Con la llegada de la neurotecnología se abre el debate de la necesidad de regular los neuroderechos
Noland Arbaugh presume de ser la primera persona en el mundo en tener un implante cerebral de Neuralink. Se trata de un joven de 29 años que quedó tetrapléjico a la edad de 21 años, pero que ahora gracias al chip cerebral de Neuralink, empresa de Elon Musk, puede controlar computadores a través de la mente.
«Básicamente tengo un aimbot en la cabeza», dijo Noland en una reciente entrevista, haciendo una comparación entre los robots y el chip implantado. Incluso ha dicho que posiblemente en el futuro se creen competiciones exclusivas para personas con implantes cerebrales.
Mejoramiento cognitivo a través de chips cerebrales
La neurotecnología que desarrolla la compañía de Musk es un gran salto cualitativo. Según el multimillonario, «estaría tratandose de un desarrollo que no solo restaura la vista y motricidad en personas con discapacidad, sino que también permitirá superar las capacidades humanas, eventualmente».
Este tipo de avances no solo podrían revolucionar el campo de la medicina en todos sus aspectos, sino generar un gran cambio de paradigma para la especie humana.
Recientemente la empresa canadiense de neurotecnología Zentrela anunció la expansión de su producto Cognalyzer® en Europa, que es un dispositivo portátil que puede escanear ondas cerebrales y aprovechar la IA para cuantificar si una persona está experimentando los efectos del cannabis.
La startup fue fundada en Ontario por el científico de ingeniería y empresario Israel Gasperin, con el apoyo del neurocientífico de la Universidad de McMaster, el Dr. Dan Bosnyak.
En otros campos, como el militar, se está trabajando en tecnologías de cascos neurales ICCV y lentes de contacto inteligentes que permitirá mejorar la visión en combates, así como las habilidades de detectar amenazas.
La regulación de los neuroderechos
Si bien la posibilidad de mejorar las capacidades cognitivas y físicas de los seres humanos a través de implantes cerebrales representa un gran avance para la humanidad, también están aquellos que alertan sobre la necesidad de proteger los pensamientos, o los denominados Neuroderechos.
En la actualidad, son cinco los neuroderechos reconocidos a nivel mundial: derecho a la privacidad mental; derecho a la integridad mental; derecho a la identidad o continuidad psicológica; derecho al acceso equitativo a la tecnología de incremento cognitivo; derecho a la protección contra sesgos y discriminación.
El informe realizado por la La Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados, reveló que los progresos de la neurotecnología y los últimos desarrollos en inteligencia artificial abren la puerta a entender mejor el cerebro humano y la posibilidad de conectarlo con ordenadores para mejorar la salud de las personas, pero también que a esas expectativas se unen desafíos legislativos y éticos, y entre ellos el de garantizar la «privacidad mental».
Los cientificos hacen un llamado a la importancia de adecuar los marcos legislativos para asegurar una correcta protección de los derechos de los ciudadanos respecto de las neurotecnologías.
Sin embargo, hacen énfasis en que la regulación de las neurotecnologías no tiene por qué ser una barrera para la innovación, sino que sí puede garantizar un uso «seguro y responsable» y facilitar la consecución de los desafíos científicos y tecnológicos vinculados al cerebro.